22019Dic
Cuándo aplicar frío o calor para el tratamiento del dolor

En la práctica kinésica es común escuchar a los pacientes consultar si deben aplicar frío o calor para tratar alguna dolencia. Es por ello que resulta interesante dar algunas luces respecto a este tema y entender cuáles son los efectos de la aplicación de frío y de calor y cuándo se debiese aplicar uno u otro. 

Para contestar esta pregunta es necesario explicar inicialmente como se transmite la temperatura desde un cuerpo a otro. En la práctica kinésica, la forma más común de transmitir temperatura es por medio de la conducción. La conducción se genera cuando 2 cuerpos a distinta temperatura se contactan entre sí, transmitiendo temperatura desde el más caliente hacia el más frío. La intensidad del intercambio de calor depende directamente de la diferencia de temperatura entre ambos cuerpos y del área de contacto e inversamente del espesor entre los dos cuerpos.

El frío, técnicamente llamado crioterapia, consiste en la aplicación cutánea de un agente externo que presenta menor temperatura de la que tiene la piel con tal que se transmita temperatura desde la piel hacia el agente externo. Existen distintas formas de aplicación como las compresas frías, bolsas de hielo, criomasaje, cloruro de etilo, etc. El calor, llamado termoterapia superficial es la aplicación de un agente externo con mayor temperatura que la cutánea. Las formas más comunes de aplicación son las compresas calientes, los “guateros”, y la inmersión en agua caliente.

El frío, por un lado, mediante una acción refleja, disminuye la velocidad de conducción nerviosa, lo que genera anestesia local, además de  generar vasoconstricción local, lo cual disminuye la cantidad de sangre local, disminuyendo la velocidad de los procesos asociados a la inflamación a nivel superficial, así como, factor importante a la hora de controlar la inflamación aguda. Por otra parte, el calor, también por acto reflejo, genera vasodilatación local, lo que aumenta la cantidad de sangre local, aumenta temporalmente la extensibilidad y flexibilidad de los tejidos, genera sensación de sedación, lo cual es fundamental a la hora de tratar el dolor de origen muscular.

En resumen, si existe un proceso inflamatorio local (con aumento de temperatura) la mejor opción de tratamiento consiste en el frío. En cambio, cuando el dolor no se asocia a aumento de temperatura local, el calor es una buena recomendación para aminorar los síntomas.



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